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 Sin duda alguna que la educación financiera es uno de los elementos que, si bien existieron en Chile, en la actualidad no han sido incluidos en el programa educacional.

Según un estudio realizado por la Universidad de Chile existen Diferencias en conocimientos en materia financiera entre rangos de edades, niveles socioeconómicos y género.

El estudio aborda los datos de la prueba Piacc para Chile, que, para la mayoría de los grupos, con excepción del rango de edad 16-19 años, arroja que los hombres tienen mejores puntajes en alfabetización financiera que las mujeres, lográndose la mayor brecha en el rango de 30 a 34 años.

De acuerdo con la Ocde, solo se puede decir que se poseen las competencias mínimas requeridas en alfabetización financiera, si es que se alcanza al menos el nivel 2 (el 1 es el menor, y el 5 el máximo). En 2015, cerca del 38% de los estudiantes chilenos se encuentran bajo el nivel 2 y, por ende, no alcanzarían las competencias mínimas en materia de alfabetización financiera”, dato que está por sobre el promedio de 22% de los estudiantes que participaron en la prueba. Ese dato cae para 2018, llegando a 29,8%.

La falta de educación financiera complica el panorama en muchos ámbitos, uno de ellos es entender los beneficios del factoring.

Además, es necesario no solo utilizar las herramientas tradicionales, no le bastan a un sector que busca desafiar a la industria bancaria que hoy se lleva una buena tajada del mercado.

 Esta educación financiera debe alinearse y utilizar tácticas de marketing. Mejorar sus mensajes. Medir sus efectos. Experimentar.

Uno de los errores más comunes que hay que evitar, es que las empresas que entregan este servicio no explican lo mejor posible cómo funciona esta herramienta.

Además, la experiencia del usuario debe ser complementada con información sobre los costos y beneficios de esta herramienta.