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El factoring es una útil herramienta para las pequeñas y medianas empresas que buscan alternativas de financiamiento y que cuentan con facturas emitidas para ser cobradas a plazo.

 Uno de los beneficios que tiene el factoring es que hace que la empresa cuente con recursos inmediatos para continuar con sus negocios y operaciones en general.

En algunas economías, el plazo medio de pago real entre empresas es de 90 días, muy por encima del plazo legal. Y en situaciones de crisis económicas, el plazo se alarga aún más. 

La principal ventaja del factoring es que las facturas se pueden cobrar en el mismo momento en el que se emiten. Si bien se entiende que ello implicará una serie de gastos como la comisión y el descuento de la tasa de interés vigente, hay que valorar la necesidad de liquidez de la empresa en ese momento.

 

Al tener esa posibilidad, la PYME puede usar esa liquidez para invertir ese dinero, por lo que permite y mejora el crecimiento de la empresa.

Además, no se generan nuevas deudas a la empresa, ya que el factoring es simplemente un contrato que se firma donde se cede el derecho de cobro al banco o entidad financiera, evitando endeudarse a plazo y consiguiendo la liquidez necesaria.

 

 En definitiva, el factoring es un vehículo de financiación muy útil cuando se requiere capital de trabajo para proyectos a corto plazo, pago de compromisos y para poder mantener una tasa de crecimiento alta, sin quedar en una posición expuesta por falta de liquidez.